Tienes una idea. Desde ese momento en que la empiezas a plantear hasta que la terminas de escribir pueden pasar muchas cosas y ya se ha hablado largo y tendido de ello. Hoy vengo a hablar de otro tema, del tiempo entre proyectos.
Sentir que lo has dicho todo
¿Os ha pasado alguna vez que justo al poner punto y final a un proyecto, del tipo que sea, os habéis sentido en paz? En ese momento la calma invade: ya está todo dicho.
Todo.
Ya no queda nada más que añadir, y eso supone también una pequeña sensación de vértigo en el estómago: ¿Qué será lo siguiente? ¿Seré capaz de escribir algo más, algo mejor? ¿De qué escribiré si ya no tengo más que decir?
Al principio no tuve demasiado en cuenta esta sensación. Sí, había escrito todo lo que tenía que escribir cuando puse punto y final al borrador de Nostalgia (qué ganas, por cierto, de revelaros su nombre real). Exactamente cada una de las palabras que han ido surgiendo a lo largo de un año muy intenso, todas y cada una de ellas, incluso las que se quedaron en el borrador y no pasaron a la versión definitiva, todas eran precisas. Y me sentía especialmente feliz por haberme «vaciado», por haber sacado tanto de dentro.
Durante semanas, entre correcciones y más tarde, apenas he escrito nada más, quitando las entradas de aquí. Y viéndolo con la perspectiva de quien acabó ese borrador hace solo seis meses entiendo que era lo natural. La pausa. Si lo había dicho todo, ¿qué más quedaba por añadir?
Periodo de desconexión
Ahora, en estas semanas de verano, no estoy escribiendo nada desde mi visita a Málaga. Y tampoco había escrito demasiado en las semanas anteriores de esa visita, todo sea dicho.
Estos días en blanco también me están sirviendo de desconexión (entre proyectos literarios, entre oposiciones) y para poderle dedicar al nuevo proyecto literario las energías y la mente descansada, como se merece. Sin interferencias de otras cosas. Ideas muy claras y a por ellas.
No sabía cuánto necesitaba pasarme unas semanas sin hacer demasiado. Entre unas cosas y otras llevo mucho tiempo sin tener tiempo libre de estudios y sin tener algo que escribir. Me está permitiendo tener nuevas ideas y darle vueltas a las anteriores, retorcerlas para encontrar otras nuevas. Y eso que apenas pienso en ellas, que estoy más orientada a descansar.
Creo que es lo mejor que podría hacer por mí, por mi lado creativo, en mucho tiempo.
Lo necesario y lo no necesario
¿Es malo hacer pausa, no crear, parar? No todo el trabajo creativo es cien por cien productividad. El descanso favorece también que no se mezcle todo y poder partir de cero para la próxima vez que me siente a escribir. Y sin descansos, sin darle un respiro a la mente, es muy difícil rendir en ningún ámbito.
Así que en los ratos en que me apetece hacer algo más relacionado con la escritura, planifico. Tengo ya las entradas de la web desde septiembre a final de año ya pensadas y ordenadas en el calendario. Y el NaNo de este año, que va a ser complicado, también lo tengo planificado a falta de ajustar cuatro días del mes, para poder aprovecharlo al máximo.
¿Era necesario esto? Para mí sí. Sé lo que me espera en la segunda mitad del año. Sé todo el trabajo que se me viene así que ahora, que estoy más despejada y tengo tiempo, prefiero sentarme con el calendario y el portaminas en la mano a encajarlo todo. Me quedo con lo que considero que es necesario ir desarrollando, con lo que me va a servir, y descarto lo que va a ser un impedimento.
¿Significa esto que tengo un proyecto sólido, listo para lanzarme a escribir? En absoluto. Y por eso mismo quiero pasarme el NaNo desarrollándolo y experimentando. Pero me estoy adelantando a los acontecimientos.
Punto exacto actual
El punto exacto actual es que estoy en periodo de descanso. Que me estoy dedicando a tratar de leer todo lo que puedo, a jugar a los Sims entre turno y turno. Porque se avecina un otoño de estudio potente que me absorberá mucho tiempo y sé que hasta la escritura pasará a segundo plano.
También parte del punto actual es el acercamiento casual al cuaderno. No están siendo sesiones planificadas ni continuas. Puedo pasarme una semana sin escribir perfectamente y tampoco tengo sentimientos encontrados por ello. Parte del proceso de terminar un proyecto y comenzar el siguiente va unido al hecho de la adaptación gradual de la mente a lo que quiero escribir. No quiero que se me mezclen los temas. Ni el tono. Me apetece hacer algo distinto y es por eso que prefiero, de momento, descansar, leer, ir anotando lo que se me ocurre y ya trabajaré todo este material en bruto más adelante.
El tiempo entre proyectos lo paso cerrando puertas de lo anterior y llenándome de nuevo para poder volcarme en el nuevo. Sin nutrición, sin descanso, no hay palabras. Y es lo que busco con toda esta desconexión, además de despejarme.