Hasta la fecha siempre había estado trabajando en hospital, salvo un breve periodo de un mes que estuve en una residencia. Desde el pasado mes de septiembre estoy trabajando en un ámbito de la enfermería que no había visto desde las prácticas de la carrera: atención primaria.
Momentos previos al cambio
Como he expresado en más de una ocasión por aquí, me sentía el parche que servía para todo. De año y medio de contrato en total que fueron los últimos nueve meses fueron los más intensos: doblando turnos, estando en todas partes a la vez, cubriendo a varias personas en varios puestos en un mismo día… Una maravilla. A costa de la salud (no he tenido más contracturas de hombros y cuello en mi vida) y de la tranquilidad mental han ido saliendo adelante turno tras turno. Y aún así siempre puedo decir que podría haber sido peor aún por experiencias previas.
Viendo el panorama, en cuanto tuve segura en el horizonte una fecha de fin decidí que ya iba siendo hora de probar cosas nuevas, otros horizontes. Calculé de forma exquisita el tiempo necesario para activarme en bolsa y que me llamaran, para que no tuviese problemas. No me apetecía esperar a ver qué iba a pasar, quería hacer algo yo, tratar de buscar una nueva oportunidad.
Y yo ya no sé si eran mis ganas de irme o que tengo algo de bruja, como me llama mi mejor amigo (Elfabruja en concreto), pero en cualquier caso un día, paseando por la zona de Benimaclet, en Valencia, vi dónde estaba su centro de salud y tuve una corazonada muy fuerte de que me iban a llamar de un sitio así.
El momento llamada
Por supuesto que el fin de contrato tenía que ser por todo lo alto, como una mascletà. Solo me faltó a mí tirar una traca por el pasillo cuando me llamaron ese último día de contrato, para despedirme por todo lo alto.
Para variar, estaba cubriendo a otras personas ajenas al contrato que firmé. Para variar, estaba en el sitio en que sabían que iba a acabar completamente contracturada como cada vez que iba por ahí a base de mover camas y aparatos (no, no había celador). Ni cuando ganó el Mundial España lo celebré tanto como celebré la llamada que recibí esa última mañana: me iba a quirófano y estaba encantada de la misma vida a pesar de que hacía años que no pisaba uno.
La verdad es que lo de quirófano me duró poco, muy poquito, estuve tres días solo, de miércoles a viernes, y ahí se me acabó el contrato. En ese tiempo me dio para aprender un poco a montar la anestesia, ver unos pocos procedimientos y recordar algo del tema, pero sigue siendo un mundo que domino muy poco, ya que apenas si me dio tiempo a practicarlo
No fue hasta el martes siguiente, justo cuando iba a empezar la clase en la academia y acababa de sacar los apuntes, que me llamaron para mi nuevo destino, el actual, del que escribo ahora: un centro de salud en Valencia capital, aunque no el de Benimaclet, donde tuve la corazonada.
Momento adaptación: aprender a manejarme en primaria
La última vez que estuve como enfermera en un centro de salud estaba de prácticas y en Andalucía. El programa informático que utilizan allí, Diraya, no se parece al que se usa aquí en la Comunidad Valenciana, Abucasis. Así que para empezar partimos de la base de que me incorporo sin tener ni idea de cómo se utiliza el programa. Nunca me he considerado especialmente torpe con la informática, pero eran muchas cosas para aprender: la forma de funcionar, el cupo, cómo manejar el programa, la consulta… Y todo eso casi por las bravas, pidiendo ayuda a las compañeras continuamente.
No ha sido fácil. Ya puedo manejarme bastante bien, me he hecho al programa y al tema de la consulta bastante bien, pero si hay algo que tengo claro es que conforme más te vas metiendo en el mundillo de la atención primaria, más amplio es, más capas tiene y más inabarcable es. Pasar consulta de enfermería no es ni mucho menos pesar al paciente, o tomarle la tensión, o pasarle alguna escala, o mandarle una analítica o electro de cuando en cuando. Es todo eso y muchísimo más, entender muy bien en el momento vital en el que se encuentra, valorarlo, saber detectar sus necesidades de salud. Solo con el tema de la alimentación y los hábitos de vida saludable hay material como para no parar de aprender.
El que piense que la especialidad de Enfermería Comunitaria no sirve para nada o que estos puestos son para que las enfermeras se «jubilen» lejos del hospital es que van a lo mínimo, a lo justo, e ignoran todo este universo que es la atención al paciente durante todo su ciclo vital.
Siento si no estoy siendo nada concreta con esto, me encantaría poder contar por aquí más, pero me siento tan aprendiz, tan en pañales todavía como para poder explayarme que no me sale nada más. En tres meses que llevo siento que apenas he excavado la superficie de lo que significa ser una enfermera de atención primaria. Sé que voy a aprender más, muchísimo más, porque es un campo tan amplio que cómo no hacerlo. Y eso que de momento me estoy limitando a la atención a adultos, la consulta de enfermera pediátrica en primaria ya se me hace demasiado grande con todos los detalles que hay que tener en cuenta.
Pero estoy contenta, muy contenta, por el gran cambio y por lo que estoy aprendiendo. Porque he hecho técnicas que hasta la fecha solo había estudiado (índice tobillo brazo, por ejemplo). Poco a poco voy conociendo a mis pacientes, voy viendo progresos (úlceras que se curan, pacientes que mejoran). Y supongo que, conforme vaya haciéndome más al puesto y mientras dé el contrato de sí, estaré por aquí haciendo resúmenes sobre qué me aporta esta experiencia profesional. De momento, la calma que me hacía falta todo este tiempo atrás, nuevos conocimientos y habilidades y la satisfacción de sentirme bien y cómoda en el puesto actual, que no es poco.
*Informes post-guardias es una sección donde recortes de pensamientos sanitarios, no sanitarios y personales se entrecruzan, fáciles de leer y digerir